Nunca había reflexionado u observado tanto una ciudad que tuviera acceso para aquellos que quieren andar en bicicleta. En un viaje de esos que se disfrutan mucho porque no se cree posible repetirlos nuevamente en el corto plazo, descubrí que Berlin (Alemania), es una ciudad muy igual a muchas en México, pero tan diferente en el aspecto de movilidad urbana por diferentes razones que más adelante enumeraré pero principalmente por que permite que la sociedad se transporte en bicicleta.
Y es que a un lado de los carriles normales de los autos, se encuentra uno más pequeño que es para bicicletas, que al igual que los carros tienen que respetar los semáforos y a los peatones, pero igualmente son respetadas por los automoviles, porque van en su carril (no encimados como aquí).
La gente entonces prefiere ese medio de transporte (imagino que cuando no hay una gran distancia de por medio), y aprovechan la ventaja de poderse estacionar afuera de los centros comerciales y de lugares públicos, porque pueden amarrar sus bicis a los postes que por ahí se encuentran para esos fines.
Los medios de transporte son bastantes, comparados con los que existen en México. Para empezar, desde que llegamos al aeropuerto, sabíamos que teníamos que tomar un tren que nos llevara al hotel que esta ubicado en Alexander Platz, una plaza famosa de Berlin, porque a un lado esta la Fernsehturm (torre de televisión), bueno pues enseguida la chica de informes nos dijo como llegar por tan solo 2.40 euros por persona, un ticket con duración de dos horas para que te transportes por ese medio o el camión o el otro tren que va por arriba (S-Bahn) o el que va por abajo (U-Bahn).
Y para aprovechar nuestro contado tiempo por Berlín, decidimos tomar un camión mejor conocido como el Sightseeing Bus, un camión que te lleva por los puntos más interesantes de la ciudad y que además tiene una audio guía en diversos idiomas. Como antes habíamos tomado uno igual en Barcelona que nos dio una buena impresión por lo limpio y funcional que fue, este nos decepcionó, aunque después volvió a contentarnos, pues el primer bus que tomamos era viejo, sucio, feo y además no tenia audifonos disponibles, pues se habían terminado (y es que te dan uno nuevo cuando subes por primera vez, que algunos dejan puesto, y nosotros bajamos y subimos con el, para evitar los descompuestos o sucios). Después que bajamos en la puerta de Brandemburgo, nos dimos cuenta de que nos tocó mala suerte, porque había más nuevos y claro: limpios.
Y es que a un lado de los carriles normales de los autos, se encuentra uno más pequeño que es para bicicletas, que al igual que los carros tienen que respetar los semáforos y a los peatones, pero igualmente son respetadas por los automoviles, porque van en su carril (no encimados como aquí).
La gente entonces prefiere ese medio de transporte (imagino que cuando no hay una gran distancia de por medio), y aprovechan la ventaja de poderse estacionar afuera de los centros comerciales y de lugares públicos, porque pueden amarrar sus bicis a los postes que por ahí se encuentran para esos fines.
Los medios de transporte son bastantes, comparados con los que existen en México. Para empezar, desde que llegamos al aeropuerto, sabíamos que teníamos que tomar un tren que nos llevara al hotel que esta ubicado en Alexander Platz, una plaza famosa de Berlin, porque a un lado esta la Fernsehturm (torre de televisión), bueno pues enseguida la chica de informes nos dijo como llegar por tan solo 2.40 euros por persona, un ticket con duración de dos horas para que te transportes por ese medio o el camión o el otro tren que va por arriba (S-Bahn) o el que va por abajo (U-Bahn).
Y para aprovechar nuestro contado tiempo por Berlín, decidimos tomar un camión mejor conocido como el Sightseeing Bus, un camión que te lleva por los puntos más interesantes de la ciudad y que además tiene una audio guía en diversos idiomas. Como antes habíamos tomado uno igual en Barcelona que nos dio una buena impresión por lo limpio y funcional que fue, este nos decepcionó, aunque después volvió a contentarnos, pues el primer bus que tomamos era viejo, sucio, feo y además no tenia audifonos disponibles, pues se habían terminado (y es que te dan uno nuevo cuando subes por primera vez, que algunos dejan puesto, y nosotros bajamos y subimos con el, para evitar los descompuestos o sucios). Después que bajamos en la puerta de Brandemburgo, nos dimos cuenta de que nos tocó mala suerte, porque había más nuevos y claro: limpios.
Ya les estaré contando qué otras diferencias se encuentran en aquella ciudad que para estas fechas parece un horno.
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